domingo, 21 de abril de 2024

Multitareas y conciencia situacional, subconsciente y el superpoder .... el enfoque inteligente para sobrevivir en combate.

Multitareas y conciencia situacional, subconsciente y el superpoder .... el enfoque inteligente para sobrevivir en combate.


Por Cecilio Andrade.


Empuñar, desenfundar, apuntar, manipular, moverse, conciencia situacional, y…  ¿Una sencilla multitarea? … ¿Alguien da más?… pues claro que sí… pequeños saltamontes... siempre hay algo más...


Sin duda un comienzo de artículo polémico, sin duda, pero también se que no tienen duda alguna que durante la multitarea de un enfrentamiento, su atención y enfoque se dividirán de manera segura, precisa y efectiva, algo sobre lo que todos Uds. están seguros, convencidos y, sobre todo, tranquilos ya que ello será siempre así.


Modo irónico en OFF.


Pues no lamento decirles que desde la perspectiva de las ciencias cognitivas todo ello es más falso que un euro de corcho.


La atención es un canal estrecho, fijo e imposible de dividir. En lugar de la creencia popular de poder dirigir simultáneamente la atención dividida en varios focos, lo único que realmente se logra, si se logra, es llevarla de un lado a otro con más o menos control. Imaginen que disponen de un conmutador que alternara rápidamente la atención concentrada de foco en foco.


El recurso más valioso de ese 1,4 kg de gelatina llamado cerebro no es el cociente intelectual, ni la memoria, ni tan siquiera la capacidad social, sino el maravilloso superpoder que le otorga su enorme capacidad de enfoque


Evolutivamente la capacidad de resolver los problemas vitales, especialmente los que impliquen la propia supervivencia, gira en torno a la minimización de las distracciones. Capacidad centrada en la eliminación de los distractores molestos que desenfocan la atención y generan pérdida de tiempo, del que no se dispone en un evento de supervivencia del tipo que sea.


Pretender descubrir y emplear una pastilla, un sistema o un talento único, no nos llevará muy lejos. La solución que se precisa no es tecnológica ni mágica, sino cognitiva. La fuente de las distracciones no radica en algo externo sino en el mismo cerebro. Agrade o no, lo cierto es que nadie puede concentrarse simultáneamente en todo, pero pueden crearse formas de enfoque, atención y concentración con el “ancho de banda” suficiente como para poder pasar de un foco a otro con la rapidez, eficiencia y precisión requeridas para realizar cualquier tarea exigente, como puede ser, por ejemplo, luchar por su vida, o darle el biberón a un bebe mientras lee esta nota corta en su teléfono, tableta o computadora.

Atención y memoria son capacidades cognitivas, distribuidas y conectadas a todas las enormes propiedades de esa impresionante, si es utilizada correctamente, masa gris sita entre oreja y oreja. 


No debemos permitir que el desenfoque generalizado y aceptado por la sociedad actual embote el filo de una capacidad importante para tantos y tantos aspectos vitales, aun sin hablar de combates, supervivencia, estrés y un larguísimo etcétera de asuntos. No podemos ni debemos obviar que un foco de atención estable y dinámico  contribuirá a crear una herramienta imprescindible en el día a día cotidiano para cualquier éxito profesional, personal, intimo e incluso familiar.


La capacidad de focalizar la atención aumenta en la medida en que lo hace el número de datos que proporcionan información crucial para la propia supervivencia, por más estresante y sorpresiva que sea la situación. Datos inconscientes convierten los sentidos, principalmente ojos y oídos, en fuentes clave que nos guiarán a movernos eficazmente en combate. 


Captar un gesto delator y reaccionar de un modo aparentemente automático y casi instantáneo, saliendo de la línea de ataque y desenfundando o encarando el arma que se porta, resolver un cambio de cargador, o una interrupción, mientras nos movemos a la vez que controlamos los movimientos y acciones del agresor o agresores, por ejemplo, forman parte de ese tipo de enfoque inconsciente.


Entrenar todo ello con el máximo grado de atenciónfocalización y concentración, así como de forma activamente inteligente, aprendiendo de cada repetición, son los potenciadores de una efectiva capacidad de atención inconsciente cuando la situación real no nos permitirá análisis alguno. Un eficaz entrenamiento crea sendas cognitivas seguras y exactas que se convertirán en reflejos y/o instintos adquiridos, con resoluciones muy cercanas a los instintos innatos.


Coordinar lo que se ve y lo que se hace potencia el funcionamiento cognitivo en los entrenamientos, lubricando las acciones para un posible y/o potencial enfrentamiento. Sin duda, la cuota disponible de memoria operativa es muy pequeña, pero el monto global de información que es posible recibir y emitir a través de esa estrecha rendija resulta extraordinario. 


La capacidad de detectar de forma inconsciente algo que genere acciones y reacciones aparentemente instantáneas está ahí, pero necesita ser pulida y trabajada con el esmero del mejor tallador y pulidor de gemas.


¿Cómo es posible potenciar estas capacidades innatas tan menospreciadas?


Anoten:

  • Con un enfoque preciso para preparar los entrenamientos.
  • Con un enfoque preciso para realizar los entrenamientos.
  • Con un enfoque preciso para analizar los entrenamientos.
  • Con un enfoque preciso para aplicar las conclusiones extraídas.
  • Y, obviamente, con un enfoque preciso para permitir la ejecución de los instintos adquiridos.

Lo cual nos lleva a modo de resumen mnemotécnico:

  • Entrenamiento y enfoque.
  • Aplicación y enfoque.
  • Atención y enfoque. 
  • Concentración y enfoque.

¿Difícil? ... sin duda porque no se trata de una serie de moda en Netflix o Amazon ¿verdad?


Consciente descendente vs subconsciente ascendente.


"Por favor Cecilio, vamos a disparar… solo disparar… 

déjate de subconsciente… consciente… ascendente … descendente…. 

y demás zarandajas... solo disparemos... por favor..." 


Gran parte de aquello en lo que la mente consciente cree realizar voluntariamente, decidir, concentrarse, pensar y planear, quizá en todo, discurre por los circuitos subconscientes, entre las bambalinas nombradas en el capitulo anterior, o en otros artículos. 


Evolucionando por millones de años los increíblemente veloces circuitos ascendentes favorecen el pensamiento a corto plazo, los impulsos y la toma rápida de decisiones, necesarias para la lucha por la supervivencia. 


Las áreas superior y frontal del cerebro como circuitos descendentes, son "aplicaciones", en argot moderno, recién “instaladas”, y su “programación” se produjo hace “tan solo” unos centenares de miles de años.


Los circuitos descendentes otorgan capacidades que permiten la autoconciencia, reflexionar y planificar. Se trata de un foco intencional que proporciona a la mente una palanca para equilibrar su soporte físico, el cerebro. Cada vez que se cambia el foco de atención de una tarea, plan, sensación o de una emoción a otra, se activan e implican una enorme cantidad de circuitos cerebrales


Evocar una reunión de amigos basta para que se estimulen las neuronas del placer; el recuerdo de una actividad con un amigo que ya falleció activará circuitos de tristeza; y el ensayo mental, o visualización, de un ejercicio de tiro efectivo fortalece, igualmente, la activación de axones y dendritas encargadas de coordinar los movimientos correctos a realizar.

El diseño evolutivo del cerebro humano es increíblemente sofisticado y eficaz, pero ello no quiere decir que sea perfecto. El sistema más antiguo, el ascendente, funcionó bastante bien durante la mayor parte de su evolución, pero actualmente son varios los problemas que genera su diseño. 


Siendo el sistema dominante tiende a funcionar bien normalmente, pero hay casos, como las adicciones, las rutinas tranquilizantes y/o las acciones imprudentes, en los que sus actos pueden volverse imperfectos e inadaptados al entorno actual.


La necesidad de sobrevivir instaló en el cerebro, durante su más temprana evolución, programas ascendentes destinados a la supervivencia, procreación y crianza, separando lo placentero de lo desagradable, buscando eludir las amenazas mientras localiza las fuentes de alimento. 


Sin embargo en el mundo actual se necesita muy a menudo contrarrestar esa corriente de “caprichos” e impulsos ascendentes, debiendo aprender a gestionar eficientemente la parte descendente de la mente.


Si se pudiera disponer en una balanza a estos dos sistemas, se inclinaría siempre, por economía energética, del lado del platillo ascendente. Los esfuerzos cognitivos, como la atención al control del entorno para detectar amenazas, o el aprendizaje y entrenamiento de nuevas habilidades, requieren mucha atención y, por ende, un muy alto coste energético. 


Ahora bien, cuantas más repeticiones inteligentes se realicen de una habilidad anteriormente novedosa, más rutinaria se torna, siendo asumida por los circuitos ascendentes, principalmente por una red neuronal del tamaño de una pelota de golf situada en la base del cerebro, justo encima de la médula espinal, los ganglios basalesCuanto más se ejercita una determinada rutina, mayor es la participación en ella de esta “pelotita”, restando trabajo y esfuerzo, y por tanto reduciendo el consumo de energía, a otras regiones del cerebro. 


La distribución de las tareas mentales entre los circuitos ascendente y descendente se atiene al criterio de obtener con el mínimo esfuerzo el máximo resultado. Es por ello que cuando la familiaridad acaba simplificando una determinada rutina, el control cambia, en una transferencia neuronal que cuanto más se automatiza menos atención requiere, pasando de descendente a ascendente, de consciente a subconsciente.


De este máximo de automatización e involuntariedad surge el estado de flujo, cuando la experiencia repetitiva permite prestar atención sin esfuerzo a una tarea exigente, sea esta un ejercicio de tiro en polígono, defenderse de un ataque o simplemente subir una escalera a la carrera, actividades que requieren, si no se han ejercitado suficiente o correctamente, una atención deliberada. 


Una vez dominadas las habilidades requeridas para satisfacer su ejecución efectiva dejan de exigir un esfuerzo cognitivo específico, liberando atención consciente para destinarla a lograr otras acciones o cotas más elevadas de desempeño, sean estas cotas necesarias por pura supervivencia o por una búsqueda consciente de la excelencia en la acción.


Ver a campeones del más alto nivel de trabajo con armas, como por ejemplo mi buen amigo Eduardo de Cobos, demuestra con su fluidez y sencillez de acción que ha practicado muchas miles de horas, hasta que su mente se encuentra en un estado de flujo ascendente, actuando sin que cada gesto requiera pensar en el. Su estado mental es el que determina entonces su grado de concentración y, consecuentemente, su altísimo grado de desempeño. Cuanto más logra relajarse y confiar en el sistema ascendente, más libre y ágil se torna su mente, y por ende, su desempeño final.


Algo que solo se consigue tras muchas horas, unas 10000 como poco, de trabajo inteligente, enfocado y concentrado.


Entrenamiento inteligente y enfocado.

Hoy en día es más que habitual escuchar o leer a un gran número de “expertos” del tiro “táctico” poniendo como referencia de tal o cual técnica mega-espectacularque obviamente ellos enseñan por ser "expertos" a, de nuevo, tal o cual mega-espectacular unidad de operaciones o fuerzas especiales. Lo han convertido en parte del vocabulario estándar de sus clases. 


Hablan de las aparentemente de estas cuasi-mágicas técnicas que emplean, pero raramente hablan de la enorme capacidad para ver el entorno, es decir, la conciencia situacional para interpretar las acciones del bando contrario y detectar incluso sus intenciones. Gracias a lo cual podrían anticipar sus movimientos y ganar unos segundos, a veces tan solo centésimas de segundo, preciosos para lograr realizar una acción lo más efectiva posible. 


El desarrollo de ese tipo de conciencia, percepción si lo prefieren, como la de, a modo de ejemplo, cuando debe esquivar ese obstáculo y moverse a aquel parapeto del que apenas es consciente mientras dirige su arma hacia la última posición conocida de sus adversarios, requiere de una práctica extraordinaria que si bien al comienzo exige mucha atención, luego discurre de manera automática. 


No es nada sencillo, desde la perspectiva del procesamiento mental, seleccionar el movimiento más adecuado cuando uno se halla bajo el peso del “tonelaje” del estrés obvio del caso. 


Un operador, del tipo que sea, debe procesar simultáneamente los caminos de acceso a dos receptores distintos, al tiempo que procesa y responde a los movimientos de los adversarios, desafío solo superable si los circuitos ascendentes están bien lubricados, ya que de lo contrario le resultaría abrumador tener que razonar conscientemente cada movimiento.

Los entrenamientos inteligentes, junto a recientes estudios neuronales, han puesto de relieve que pensar, no hablemos de cuestionar, en los detalles de una técnica mientras se está ejecutando es la mejor receta para el fracaso. 


Algo más que evidente cuando los operadores tienen que moverse velozmente en un entrenamiento dirigido, a través de los ataques de sus agresores simulados, siendo conscientes de la técnica que deben ejecutar y a la vez sabiendo que los instructores les están evaluando de la misma. Todos nos reconocemos en estas circunstancias, ¿verdad?, y cometemos más errores.


Y esto también sucede cuando un tirador de IPSC o IDPA centra su atención, cuando está a punto de sonar el pitido de comienzo, en si debe colocar los brazos de tal o cual modo, o cuando es el mejor momento para recargar.


La corteza motora funciona mejor cuando lo hace por su cuenta sin interferencias de cualquier tipo, lo que en el caso de un operador experimentado se traduce en miles de horas de práctica inteligente para integrar profundamente esos movimientos en sus circuitos neuronales.


Cuando la corteza prefrontal se activa y empieza a pensar en lo que está haciendo o, peor aún, en el modo en el que lo hace o ha de hacer, el cerebro otorga cierto control a los circuitos que saben perfectamente cómo pensar, analizar y preocuparse, pero desconocen el modo de llevar a cabo el movimiento con la fluidez y la soltura requeridas. 


Y esa es, independientemente de que se trate de un enfrentamiento con un tirador solitario, la defensa contra un robo o un combate en Faluya, la mejor receta para el fracaso. Centrar exclusivamente la atención, durante la revisión de un ejercicio, en lo que no hay que hacer en el siguiente paso es el otro modo más seguro de obstaculizar el rendimiento. Ponerse excesivamente analítico durante la ejecución es un obstáculo para cualquier tipo de efectividad. 


Uno de los aspectos del párrafo anterior es la desafortunada reacción mental de acabar realizando alguna acción sensible que habíamos decidido no ejecutar, tipo de error que  aumenta estando distraídos, estresados o, en cualquier sentido, mentalmente cargados. En esas circunstancias, el sistema de control cognitivo, destinado por lo general a controlar los errores en que se ha incurrido, por ejemplo “no he recargado correctamente”, puede servir involuntariamente de cebo mental, aumentando la probabilidad de incurrir de nuevo en el mismo error. 


Hagan una prueba antes de un ejercicio de tiro, piensen detallada y minuciosamente en lo que no deben hacer. Como mínimo les costará más esfuerzo hacerlo bien.


La sobrecarga de atención entorpece el control mental. Por eso, cuanto más estresados nos sentimos, olvidamos realizar muchas de las acciones que en la calma de entrenar solo y tranquilo en el polígono de tiro se realizan sin error alguno.


Es necesario relajarse, pero en este sentido, respecto a los problemas que acompañan al empeño intencional de relajarse, hablamos de una acción que funciona mejor cuando se permite que suceda sin forzarla. El sistema nervioso parasimpático, que se activa tras las acciones violentas de luchar o huir para sobrevivir, actúa independientemente del cerebro ejecutivo, que piensa consciente y detalladamente en ellas. 


Añadamos, para terminar este denso artículo, que hoy en día se vive inmersos en miles de distracciones digitales. Distracciones que generan una sobrecarga cognitiva casi constante, desbordando la mejor capacidad de autocontrol, acabando por convertir en costumbre el olvidar enfocarse en un entrenamiento inteligente, debido a lo cual es imposible generar eficazmente los necesarios reflejos o instintos adquiridos, y por ello el sistema ascendente no tendrá nada de lo que echar mano cuando le toque luchar por la supervivencia… ni más ni menos.


Cuídense y cuiden de los suyos.

domingo, 14 de abril de 2024

La posición del brazo de apoyo con arma larga, mucho más que una simple moda.

La posición del brazo de apoyo con arma larga, mucho más que una simple moda.

Por Cecilio Andrade.


Posición “recogida”.


Por algún punto hay que comenzar... y sin la menor duda es esta posición la más común desde el punto de vista operativo, con la mano de apoyo recogida generalmente sobre la embocadura del cargador del arma, ya que a pesar de no ser perfecta en todos los aspectos, es la que mejor se adapta a cualquier tipo de arma, independientemente de forma, calibre y tamaño. 


Por otro lado es muy fácil de adoptar, y para demostrarlo prueben con un sencillo ejercicio, colóquense en guardia de boxeo, la típica, ambos puños alzados, tronco ligeramente en oblicuo hacia el hipotético adversario, con  lo cual queda una mano levemente por delante de la otra, ¿ya la tienen?, ahora que alguien les coloque un fusil en las manos sin que Uds. modifiquen apenas su posición más que para adaptarla al tamaño del arma, y ... ¿Qué han obtenido? ¿Una posición de púgil o de boxeador?

La mano de apoyo se sitúa sobre la embocadura del cargador, o dejándolo muy próximo a la misma.


Ambos brazos permanecen lo más cercanos que sea posible al tronco superior. 


Ambos antebrazos tienen un ángulo respecto del brazo y tórax del orden de entre 30º y 45º, adaptándolo obviamente a los parámetros ya descritos de tamaño del arma, equipación y envergadura del tirador. 


El brazo de apoyo es casi una imagen en espejo del brazo principal, aunque esta semejanza depende mucho, de nuevo, del tamaño del arma respecto del tirador, al obligarlo a alargar o recoger más el brazo. 


El hombro principal está ligeramente atrasado dejando el tronco en oblicuo en relación a la línea de tiro del fusil. 


Lo que me recuerda… ¿aún sigue siendo parecida a la posición de púgil?


 El error más común suele ser abrir uno o ambos codos, lo que se traduce en un mayor agotamiento, pérdida de control de tiro en lateralidad, con la deriva correspondiente, y dificultar los movimientos verticales.


Como ventajas podemos destacar, entre otras:

  • El apoyo del arma en posición de tiro se realiza sobre los huesos más que con los músculos, lo que permite mantenerse descansados y operativos por más tiempo en acciones prolongadas y exigentes.
  • El control físico y las manipulaciones del arma, cambios de cargador o interrupciones entre otras, son más sencillas y cómodas por la cercanía de la mano de apoyo que las realiza.
  • Los movimientos verticales del arma son muy fácilmente controlables.
  • Resulta más difícil ser desarmado desde esta posición ya que ambos brazos pueden ejercer máxima fuerza y control sobre el arma.
  • Portando accesorios pesados en la parte frontal del arma puede facilitar levemente el alzarla y mantenerla elevada.
  • Si se requiere puede realizarse un tiro más preciso situando el codo de apoyo en el abdomen, adoptando una posición de tiro muy parecida, pero no igual, al tiro deportivo, eso sí…. estática.
  • Es fácil controlar las transiciones de armas así como los cambios de hombro.
  • Es aplicable a casi cualquier tipo de arma independiente de calibre y longitud.
  • Cómoda de emplear en recintos muy cerrados y/o vehículos.

Obviamente también deben conocerse sus desventajas:

  • Para disparos lejanos sin apoyo y/o de extrema precisión, la boca de fuego “baila” en exceso.
  • En posición de espera el arma está más controlada sin duda, pero los brazos pueden agotarse pronto, especialmente el de apoyo.
  • En los cambios de objetivo y giros rápidos es fácil rebasar el blanco por la inercia generada  por todo el peso del arma situado por delante de la mano de apoyo.
  • Aunque lo comenté como ventaja, lo cierto es que con demasiados accesorios pesados en la parte frontal puede también generar mayores oscilaciones, temblores y efectos de inercia para los disparos rápidos de combate, giros, en movimiento y/o tiro de precisión de pie sin apoyo.
  • Es fácil tapar la ventana de expulsión especialmente en las armas que son relativamente pequeñas y/o con operadores con gran envergadura de brazos y manos grandes.
  • En algunas armas es relativamente fácil, por las mismas razones que en el punto anterior, presionar inconscientemente determinados palancas y botones, por ejemplo, en el M4 es muy común presionar con estrés el retén del cargador, incluso para manos pequeñas como las del gnomo que les escribe este ensayo.
  • En algunos modelos de armas no es aconsejable agarrar directa y/o únicamente el cargador, debido a que este puede desalinearse generando interrupciones indeseables.
  • En disparos tras parapetos es sencillo cometer el error de disparar al mismo obstáculo.


Posición extendida.


Continuando con la línea argumental del punto anterior, esta posición, relativamente fácil de adoptar, es de uso común en el ámbito deportivo del IPSC con carabina y en alza en los entornos operativos.


La mano de apoyo se aleja lo máximo posible, sin rigidez excesiva, buscando que la posición y tensión del codo sea muy similar a la requerida para la posición isósceles clásica con pistola. 


Es posible colocar la mano por encima o por debajo del arma, lo cual depende mucho del tamaño del arma respecto del usuario, de todas formas se debe considerar siempre unos centímetros importantes para no tapar la boca de fuego de forma peligrosa. 


En este caso los errores más comunes son no llegar a extender completamente el brazo, darle excesiva rigidez o sacar el codo hacia el exterior. Todo lo anterior genera cansancio y tiende a desviar los disparos en lateralidad, ya sea a la derecha por falta de tensión o a la izquierda por exceso de la misma, hablando respecto a la gran mayoría de tiradores diestros. 


El brazo principal no varía su posición de la ya descrita anteriormente en otros artículos, pero el hombro principal si está ligeramente más adelantado que en la posición recogida, ya que la cantonera del fusil se sitúa levemente más centrada respecto al tórax que en la posición anterior.


Como ventajas se pueden destacar:

  • Eficacia y precisión para disparos en movimiento para distancias medias y lejanas.
  • En posición de espera el arma está más controlada y los brazos pueden mantenerse más descansados.
  • En los cambios de objetivo y giros es fácil controlar la inercia del arma, incluso con accesorios pesados, lo cual facilita dichos cambios de objetivo.
  • Es también relativamente fácil controlar las transiciones de armas.
  • En tiro tras obstáculos es más sencillo asegurar la posición del cañón respecto al borde del parapeto.


    Igualmente como desventajas deben destacarse:

    • El apoyo del arma en posición de tiro se realiza con los músculos, especialmente sufren más tensión el hombro y el codo de apoyo en los giros contra varios objetivos, por lo que resulta una posición más agotadora que no permite mantenerla de forma prolongada y exigente.
    • El control físico y de manipulaciones del arma, como cambios de cargador o solucionar interrupciones, es ligeramente más lento e incómodo, sobre todo si no se entrena debidamente.
    • Los movimientos verticales rápidos del arma pueden acabar rebasando la zona a batir si no se entrena correctamente.
    • Resulta más fácil ser desarmado ya que la posición de ambos brazos no permite su máxima tensión y potencia de agarre, resultando relativamente fácil luxar el brazo de apoyo.
    • Dependiendo del tamaño y accesorios del arma puede hacer más pesado y lento su manejo.
    • En interiores muy cerrados, como vehículos, es incómoda de emplear, generando además un riesgo de daño al codo de apoyo, e incluso a los dedos de la mano de apoyo.

    Posiciones intermedias.


    Respecto a las posiciones intermedias, esta definición encuadra todas aquellas donde la mano de apoyo no está ni recogida lo máximo posible, ni extendida también al máximo. 


    Muchos operadores e instructores tienen catalogaciones para cada ángulo específico, personalmente opino que como esto depende de condiciones tan individualizadas, y en muchos casos particulares de cada operador, es más sencillo compendiarlas en una solo tipo. 


    Las condiciones generales de uso son las comentadas en la nota sobre la mano recogida, variando tan solo el ángulo entre brazo y antebrazo. La variación de dicho ángulo dependen en mayor o menor medida de lo ya comentado en la relación del tamaño del arma respecto a la envergadura del tirador y en relación con el  equipo que porta. 


    Al ser tan variada y personal la adopción de estas posiciones intermedias, realizar un desglose de ventajas y desventajas no sería realista, ya que lo cierto es que la posición utilizada caerá dentro de los parámetros de alguna de las dos principales posiciones ya descritas. Por regla general, estas posiciones intermedias, son adaptaciones anatómicas personales, más o menos acertadas y/o correctas de las dos anteriores. 


    En si mismas no son posiciones incorrectas por no estar en uno u otro extremo, son adaptaciones, por lo tanto cada tirador requiere un análisis individual y personalizado, basado en el grado de extensión o flexión de su brazo respecto a los parámetros de las posiciones ya descritas como extendida o recogida.


    Entonces... ¿Qué posición debemos adoptar? 


    Llegados a este punto a muchos les surgirá esa pregunta directa:


    - "A ver, Cecilio, sin excusas, ¿cuál es "tu" técnica con arma larga?… te toca dejarte de tonterías filosóficas y "mojarte".... ... y te advierto que solo puedes usar una".


    Intentaré responder, pero no creo que pueda dejar de lado mi vena filosófica, histórica ni ... siendo sincero, pedante.


    Disparando armas largas se habla siempre de cuestiones de brazos, hombros, codos, manos, torso, piernas, y… ¿Qué falta? 


    Cuando paseando por la montaña, por ejemplo, se necesita definir un soez ¿dónde ca%!/$… estoy?, el método estándar es sacar el rumbo inverso a tres puntos visibles e identificados en el plano. Dibujando y cruzando esas tres líneas sobre el plano mostrarán normalmente un diminuto triángulo dentro del cual ya no se estará tan perdido. Es posible localizarse con dos líneas pero la precisión no será tan exacta. 


    Con el tiro de combate ocurre lo mismo, con dos líneas de control, léase los dos brazos, es posible ser preciso, mas no del todo exactos, falta algo, y ese algo es el control de altura de la línea de tiro. Con la mano principal se controla, dirige y dispara el arma, con la mano de apoyo se controla altura y deriva. La tercera pata de un trípode de estabilidad, o la tercera línea de referencia del plano si les gustó el símil anterior, sería el contacto de la culata con la mejilla, que es la que nos otorga la precisión.


    Mirando de frente al objetivo, sin duda nadie mínimamente responsable disparará apuntando de reojo, la cara se coloca creando una línea imaginaria entre la mejilla, la culata del arma y el blanco, línea sobre la que se sitúa el eje del arma y la línea de miras


    Con los dos puntos de apoyo y  el de referencia, ambos brazos y mejilla respectivamente, el arma quedará dirigida con precisión. 


    Ahora es cuando le toca a los tres ojos, los dos del tirador y el del arma con la boca de fuego, buscar el punto exacto donde deben converger sobre el objetivo.


    La inevitable filosofaba táctica de Cecilio.


    Según una antigua leyenda, existía un diamante con miles de facetas, un diamante que mostraba la verdad mirando a través del mismo. Obviamente nadie veía lo mismo, cada cual miraba por una faceta distinta que modificaba la verdad a su ojo y le hacía pensar que era el único que veía lo correcto. El primer gran sabio fue aquel que intentó mirar por el mayor número de facetas posibles, sumando todo para hacerse una imagen lo más completa y aproximada posible de esa verdad.  


    Y han leído bien, lo más aproximada posible, no existen verdades absolutas, lo lamento por los dogmáticos respecto a las realidades, aunque... siendo sincero, en absoluto lo lamento.


    Como individuos nos distingue muchas cosas, forma física, constitución, habilidades, actitudes, aptitudes, experiencias, criterios, moralidad, principios, trabajo habitual, por nombrar lo más habitual. 


    Ahora imaginen a nivel internacional, y específicamente hablemos de instructores, cada cual con su mayor o menor ego, con su deseo o no de distinguirse, de sacar algo único que lleve su nombre, y obviamente cada uno con su verdad, con su visión única y puntual de una única faceta de ese enorme diamante, táctico o no, de la leyenda.


    En lo que atañe al tema del presente texto, al trabajo con armas y el trabajo operativo, hay que evaluar cada técnica de forma precisa, y tener claro de qué condiciones positivas y negativas disfruta cada una. Saber el qué, porqué, para qué, como y cuando se emplea cada técnica por esas personas o unidades es importante, y si además se conoce como nació, desarrolló y evolucionó sería perfecto. 


    Lo cierto es que la técnica perfecta no existe, existe el operador que sabe adaptarse mejor y más rápido, independientemente del procedimiento. Existe el operador que usa el menos común de los sentidos, y si, ese mismo es, el sentido común.


    Se habrán dado cuenta que no hay comentario alguno sobre accesorios, empuñaduras, agarres, asas o demás aditamentos que pueden agregarse a un arma. No vienen al caso. Han leído en qué puntos concretos han de fijarse para realizar correctamente sus acciones, que las faciliten o entorpezcan por el añadido de accesorios es más una cuestión de preferencia personal o grupal que de otra cosa.


    Decidan lo que decidan llevar entrarán en lo descrito en esta y otros ensayos, por lo tanto son Uds. los que deben analizar, estudiar, probar y pensar si les ayuda o dificulta. Por otro lado un accesorio puede ser muy útil en un caso concreto pero entorpecer en otros.


     ¿Qué casos son más comunes y cuales más improbables en su trabajo? Les toca pensar.


    Y sigo sin "mojarme".


    - Vale, ok, todo muy lindo Cecilio ¿y tú? no te has "mojado" listillo, contesta a la pregunta del comienzo ¿que  técnica empleas con el arma larga? 


    Pregunta clásica para tener un referente a atacar, criticar, imitar o considerar. 


    Pues bien, la respuesta debería ser más que obvia:


     Empleo aquella que las circunstancias me exigen


    - De forma estándar me muevo y actúo con la mano de apoyo recogida.

    - Paso a extenderla cuando tengo varios objetivos a media y larga distancia.

    - Cuando debo disparar en movimiento a blancos a esa misma media y/o larga distancia.

    - Tras obstáculos a los que no deseo "adosar" mi cuerpo. 


    - Vuelvo a la posición recogida en recintos cerrados y/o tubulares.

    - Y/o a distancias cortas y medias. 


    Una de las virtudes principales que un operador armado con posibilidades de éxito necesita es el pragmatismo. Si además poseen la capacidad de adaptación, sin duda todo ello es prueba de que saben pensar… de forma pragmática y adaptativa. Con esas tres virtudes las posibilidades de supervivencia pueden considerarse como mínimo mucho más amplias. 


    Y en mi caso, "mojándome" ante su pregunta, busco ser pragmático adaptándome a las circunstancias y entorno específico de cada situación


    Un profesional armado no puede ni debe ser siempre un martillo, en este mundo no todo se soluciona a golpes ya que no todo son clavos, aunque ciertamente si abundan. 


    Siempre me quedo con una duda y una esperanza, la de si he sabido aportar algo útil que les ayude a pensar y ampliar sus cajas de herramientas y técnicas. 


    En fin, sea como sea, obligarles a pensar quizá no les hará mejores operadores pero sin duda si les hará mejores profesionales. 


    Cuídense y cuiden de los suyos.

    domingo, 7 de abril de 2024

    Reflejos instintivos y reflejos adquiridos como parte del combate, algo más a tener en cuenta.

    Reflejos instintivos y reflejos adquiridos como parte del combate, algo más a tener en cuenta.

    Por Cecilio Andrade.

    Uno de esos reflejos innatos que todos poseemos, el mismo que a veces afecta a esa parte del ego que nos hace vernos como héroes sin miedo y sin tacha, es el sobresalto, esa rápida e involuntaria contracción de los músculos diseñada para apartarnos de una súbita amenaza. Lo dispara un potente sonido o un objeto que se aproxime a gran velocidad dentro del campo visual.

     Respecto al último párrafo, siempre me ha resultado asombrosa la forma de detectar y eludir un objeto a punto de impactarnos, la increíble sutileza que implica el cálculo exacto de la relación entre la expansión simétrica de una sombra con el campo visual, siendo esta relación lo que genera el sobresalto. 

    La sombra en expansión indica que se aproxima un objeto y su simetría que se dirige directamente hacia nosotros. Este seguimiento preconsciente está tan perfectamente calibrado que si la sombra se expande asimétricamente, el cerebro calcula, con un margen error de tan solo cinco grados, que el objeto no le impactará, en cuyo caso la respuesta de sobresalto no se dispara. 

    El sobresalto, desde el estímulo sensorial a la contracción muscular, es excepcionalmente rápido, la reacción de apartar la cabeza se produce en tan sólo 70 milisegundos (e.a. ms); la del torso, más lejos del cerebro, es de aproximadamente 100 ms. 

    En ambos casos es lo mismo que tarda un luchador profesional en apartar la cabeza e interponer su brazo en la trayectoria de un puñetazo, antes de comenzar a mover el resto del cuerpo y sacarlo de la línea de ataque. Un luchador experto, de cualquier disciplina, armas a emplear o profesión, emplea ese reflejo instintivo de sobresalto para lograr tiempos de respuesta casi inhumanos, logrando desviar y/o eludir el ataque en el brevísimo tiempo con el que cuenta si el ataque se dirige directamente a la cabeza.

    Sin duda todos tenemos “poderes” dignos de los universos de Marvel o DC Cómics. ¿No lo creen así?

    Los seres humanos han aprendido un amplio abanico de movimientos en los que la Evolución poco ha podido intervenir, en los deportes, la caza, la danza, el combate e incluso las relaciones sociales. 

    ¿Es posible que estos movimientos aprendidos lleguen a hacerse tan habituales que su velocidad se acerque a los innatos y/o a los que se requieren para sobrevivir? ¿Ya sea esta supervivencia en combate o en una reunión social? 

    Lo es, y para ello es necesario conocer un principio básico en lo referente a los reflejos y conductas automáticas, a saber:

    Cuanto más ascendemos en el sistema nervioso, pasando de la espina dorsal al tronco cerebral y al córtex, procesador del movimiento voluntario, más neuronas intervienen, más largas son las distancias que cubren las señales nerviosas y más lenta es la respuesta. 

    Por tanto, para aumentar la velocidad de estas reacciones, el cerebro busca delegar el control del movimiento, una vez aprendido, a las regiones inferiores del cerebro, lease subconscientes, donde se almacenan los programas de acciones irreflexivas, instintivas, automáticas y habituales. Muchas de estas conductas aprendidas, y ahora automáticas, pueden ser activadas en tan sólo 120 ms. Hablamos de lo que comúnmente se denomina memoria muscular, que sin estar archivada en los músculos ni en los circuitos nerviosos que los mueven, si tiene sentido su denominación al tener sus propios grupos de neuronas y sendas hacia los mismos para gestionar estas reacciones adquiridas.

    Si se pudiera iluminar, en realidad se puede hasta cierto punto y contexto, la actividad cerebral de un profesional armado mientras realiza ejercicios de aprendizaje con armas, veríamos iluminarse grandes zonas del cerebro, debido al complejo proceso de aprendizaje, asociación y control de movimientos voluntarios. Una vez que se dominan las técnicas los movimientos se convierten en reflejos adquiridos, por lo que la actividad cerebral del córtex desciende. El cerebro consume mucha menos glucosa y oxígeno, a la vez que su velocidad de reacción se ha incrementado notablemente. Lo que traducido a algo más cotidiano implica que una vez dominada la técnica ya no se piensa para actuar.

    Estudios realizados en esta línea de trabajo apoyan un antiguo concepto de aprendizaje y conducta humana, según el cual, cuando el aprendizaje está en sus comienzos se es inconsciente de la propia incompetencia, para pasar posteriormente a la fase en la que se toma conciencia de dicha incompetencia. posteriormente, cuando comienza el aprendizaje, se pasa a la competencia consciente, y es entonces, al dominar la nueva habilidad y al final del entrenamiento, cuando se llega a la competencia inconsciente

    Pensar para actuar es algo que se hace cuando no sé es suficientemente hábil en una actividad.

    En este punto, por cierto y por desgracia, muchos egos deciden quedar anclados  voluntariamente en las primeras partes del aprendizaje, conscientemente incompetente, o peor aun, en la del intencionalmente incompetente... después de todo les resulta menos arriesgado para su ego...  y se suda menos... Aunque sin duda habla mucho y mal de su ética profesional.

    Enfrentamiento, combate, estrés y fisiología.

    Antes de continuar, siendo irreverente, el encabezamiento de este apartado es algo sobre lo que todo el mundo sabe y entiende.… ¿verdad que sí?

    Muchos textos técnicos sobre estrés y fisiología son realmente eso, totalmente técnicos, ya que la mayoría de las veces están dirigidos a personal especializado, con unas necesidades profesionales muy concretas y en muchos casos lejos de las calles y campos de batalla. También hay otros trabajos no tan específicos que siendo dirigidos a personal menos técnico, y con necesidades más de andar por casa, se vuelven inexactos y enrevesados. 

    Como con todo, a veces es mejor un término medio para intentar hacer más accesible un tema tan específico, a modo de un primer y firme paso que genere el interés y cimientos suficientes para introducirse en los trabajos más especializados de buenos profesionales.


    Primeras cuestiones:

    • ¿Cómo reacciona el organismo ante el estrés y la ansiedad?
    • ¿Desde el aspecto de la biología?
    • ¿Y el de la fisiología
    • ¿Cómo la mente afecta al organismo


    Nada nuevo, tan solo  la ya vieja jihad interna entre pensamientos, emociones y cuerpo. 

    Partiendo de que ansiedad y estrés son popularmente consideradas sinónimas, sin duda por las interrelaciones tan íntimas y profundas, así como sus efectos muy similares a nivel corporal, debemos tener claro que no siempre son lo mismo ni surgen de la misma vía o razón. 

    Ante una entrevista para un empleo, una reunión con el/la “ex” con quien no se terminó del todo bien, un trabajo para el que no estamos seguros de estar capacitados, un oficial de protección, un policía o militar que entra en una zona que sabe que no es segura y no será bien recibido, etc., es muy común sentir ansiedad, y que esta acabe desembocando en un cuadro de estrés. 

    Ante un ataque por sorpresa, una agresión, un susto en lenguaje coloquial, directamente se genera estrés, sin pasar por la fase de ansiedad, que normalmente aparece posteriormente. 

    Obviamente todo lo anterior es muy genérico, demasiado resumido dirán muchos justificadamente, sin considerar lo que diría un profesional de la Psicología, y pido disculpas sobre ello. Siguiendo con la filosofía de escribir una artículo de andar por casa, la ansiedad se apoya en cuatro puntos que parten de uno inicial, pensamientos que anticipan situaciones negativas. A saber:
    • Lo que se piensa anticipadamente.
    • Lo que los pensamientos afectan a las emociones.
    • Lo que las emociones generan al organismo.
    • Y como se comporta el cuerpo y la  mente a consecuencia de ello, su proceder.
    Como ya comenté en textos anteriores, el cerebro recibe muchísima más información de la que es posible procesar conscientemente. Y si bien este proceso subconsciente es de gran ayuda a la supervivencia como especie e individuo en general, en algunos casos genera problemas como la ansiedad, que comparada con un iceberg es tan solo lo ínfimo que asoma a la superficie. 

    A veces mucha información es demasiada información, lo que lleva a actuaciones erróneas y negativas. La ansiedad surge del pensamiento consciente, pudiendo desde ella llegar al cuadro de estrés. Es obvio que ansiedad y estrés sin ser lo mismo suelen ir de la mano, apoyándose íntimamente.

    Normalmente es el sistema descendente o consciente el responsable de las acciones, el sistema ascendente o subconsciente solo emite datos fríos y concretos, siendo el consciente el que no interpreta correctamente la información que recibe del subconsciente. Añadan a eso los problemas y trabas que la sociedad, cultura y educación recibida pone a esa información y su interpretación, y ya tenemos la escena del drama.  

    Pero el estrés producto de una agresión directa y sorpresiva no pasa por el primer punto, el pensamiento consciente ya no actúa, entrando en liza directamente las emociones. Ante un ataque sorpresivo el orden sería:
    • Frente al ataque aparecen determinadas emociones, normalmente sorpresa e incredulidad o negación.
    • Las emociones actúan sobre el organismo generando reacciones químicas, hormonales y nerviosas.
    • En base a dichas reacciones se actúa y responde físicamente.
    Respecto a los factores de pensamiento y emociones, es necesario generar autoconfianzaautoevaluacióncapacidadeshabilidadesescucharse a uno mismo, observar y ver, etc. en definitiva, mejorar y ampliar la capacidad de captar y procesar información interna y externa. Saber es poder, enseña el dicho popular, lo que no puede ser más cierto que en el caso que nos ocupa. 

    Lo que la biología hace con el organismo, con la fisiología del mismo, es necesario verlo desde una ventana muy amplia y general, una ventana apta para todo tipo de observadores, no solo para operadores armados de unidades de élite o psicólogos especializados.

    La importancia de observar activamente.

    Algo que se escucha y se lee muchas veces en boca de infinidad de tiradores, es sobre lo imposible de entrenar todas las necesidades que un enfrentamiento armado exige, que para hacerlo bien hay que enfrentarse a ello muchas veces, que solo un instructor que haya visto el toro puede acercarse a plasmar un mínimo de lo que se necesita para sobrevivir.

    Realmente, en la sociedad actual:
    • ¿Es esto cierto?
    • ¿Cuántos de los catalogados como instructores han estado en esa delgada línea roja? ¿o azul? ¿o caqui? 
    • ¿Tan difícil es diseñar entrenamientos que agudicen las capacidades que permitan tener garantías de supervivencia en un enfrentamiento?
    • ¿Se necesitan carísimos medios técnicos de última generación para lograrlo? 
    Lo cierto, por más que a muchos les suene a filosofía barata, es que querer es la mitad de poder, la otra mitad es saber que se quiere lograr y cómo alcanzarlo. Lo que en este caso es relativamente simple:


    Entrenar las capacidades que permitirán regresar intactos a casa por el propio pie.


    En casi todas las clases que imparto, tanto teóricas como prácticas, surge el mismo punto, con todas las capacidades para generar y ampliar, ¿existen ejercicios que ayuden a ello y a sobrevivir a un enfrentamiento? 

    La respuesta siempre es la misma, sí, tanto por partes como en conjunto, y para ello no son necesarias caras equipaciones, ni escenarios o escenografías inmensas, rebuscadas y circenses, tampoco tragarse miles de minutos de Youtube tratando de discernir si el protagonista del videoclip, pretende emular al trapecista, al domador de fieras o simplemente al payaso de ese circo virtual.

    Pensar, tan solo algo tan simple y natural como pensar, y ahí con ello es cuando surge la antiquísima y, para muchos, misteriosa técnica multifuncional de leer, analizar, investigar, probar, evaluar, volver a probar, contrastar, etc. Técnica no por más lógica, contrastada y milenaria es más o mejor usada hoy en día. 

    Es posible crear coherentes, claros, sencillos y eficaces ejercicios para entrenar de forma realista. Y no solo real por el uso de munición, si no por sus aplicaciones en un enfrentamiento, así como por todas las posibilidades de ampliación y perfeccionamiento que pueden aportar con mínimas modificaciones. 

    Existen ejercicios tan antiguos, en distintas formas y objetivos, como el mismo uso de armas de proyectiles por la humanidad; y los mejores generan muchas adaptaciones, modificaciones y distintas variaciones, unas veces por motivos prácticos y descriptivos, pero también por cuestiones más ególatras y de personalismo. Los más interesantes buscan mejorar las capacidades de observación, orientación, decisión y actuación (OODA) a la hora de emplear, o decidir no hacerlo, un arma de fuego.

    Es muy común observar ejercicios en los cuales el tirador o tiradores, de espaldas al blanco, a una señal determinada, normalmente un pitido, giren desenfundando, para antes de terminar el giro estar ya disparando, con una eficacia mayor o menor según sus habilidades, sobre unos blancos bien definidos. ¿Es esto real? 

    Ciertamente existen casos en los cuales no solo es necesidad si no además es imprescindible para lograr una mínima probabilidad de supervivencia, y es bueno entrenarlo además como respuesta motora inmediata y eficaz. Pero, alguno de Uds., operadores armados o legítimos usuarios, ¿imaginan escuchar una voz de alarma para instantáneamente girar mientras desenfundan y dirigen su arma al bulto situado a su espalda? Y hablo solo de apuntar o encañonar, ni comento si disparan. 

    Estén mirando su Smartphone de última generación, por tanto en condición blanca, o pendientes de su entorno y vigilantes, condición amarilla o naranja, lo que ocurrirá es lo que sigue:
    • Girarán primero la cabeza, con mayor o menor velocidad, para Observar que ocurre.
    • Tras lo cual el cerebro se Orientará deduciendo que está pasando.
    • Con dichos datos Decidirá cual debe ser la respuesta más eficaz y correcta.
    • Y por último Actuará, si esa actuación es más o menos eficaz y correcta ya es otro cantar.
    Les agrade o no, lo crean correcto o no, el hecho real es que siempre se actúa así, el cerebro cubre dicho ciclo de forma innata. Si esto no funcionara imaginen la de inocentes transeúntes que serían “baleados “ en las calles de cualquier urbe como consecuencia de una reacción de sorpresa, giro y disparo por…. el petardeo de un tubo de escape atorado. 

    Lo correcto, natural e instintivo es ver antes de actuar, girar la cabeza ante algo imprevisto. Lo legal y ético es observar y saber con exactitud a que se dispara y si debe hacerse, así de simple. 

    "¿Observar primero? Tonterías.
    Lo único que cuenta es ser el más rápido, el resto son excusas de  ineptos..."  

    Es lo que suelen decir ¿verdad? Lo cierto es que si ud, estimado lector, no pretende actuar como un mal sicario debe aprender a observar activamente, debe aprender a ver antes de actuar.

    Por último, en un enfrentamiento no habrá silbatos, pitidos ni nada similar que haga que un cerebro decida actuar, lo más cercano serán voces, y en el peor de los casos disparos. Por ello los timer deben ser empleados como herramientas de apoyo para evaluar mejoras y avances o retrocesos, no como prueba directa de lo maravillosamente rápido que disparamos ante los que nos observan desde Youtube u otras redes sociales.


    Cuídense y cuiden de los suyos.